Mi primera intención tras oír la banda sonora de Shoot’em Up fue olvidarla y no hacer la más mínima mención a ella, pero luego lo pensé mejor y me dije que nuestros comentarios terminarán perdiendo credibilidad si, de vez en cuando, no defenestramos algo, como es de rigor. Por otra parte, si uno solo de nuestros lectores deja de gastarse unos euros en la compra de este compacto, consideraremos hecha nuestra buena acción. Paul Haslinger es un ex-componente de Tangerine Dream; y, si las aportaciones al cine de ese grupo fueron deplorables, el huevo es aún peor que la gallina. Llamar música a lo que aquí se ha pergeñado es un lujo que desde luego ni merece. Y no porque se aleje del concepto ortodoxo de score tal como nosotros lo entendemos, pues tenemos nombres como David Arnold, Carter Burwell o Don Davis que, con mayor o menor fortuna, han sabido hacerse respetar atreviéndose a traspasar la barrera del sinfonismo; sino porque lo que hay apenas pasa de ser un conglomerado de molestos ruidos y estridencias electrónicas, que suben o bajan de intensidad según la situación requiera. Así, en cortes como Tit-4-Tat o Warehause Shootout, guitarras eléctricas y percusión castigan furiosamente nuestros tímpanos; y otros como Privacy Love Theme –Hace falta valor para llamar a eso tema de amor- solo se diferencian del resto en su inferior índice de decibelios. Algo tenía que sonar mientras Clive Owen dispara, y solo por eso existe este trabajo; pero su escucha es una penuria que desaconsejo a todo aquel que no tenga que escribir una reseña.

M.M.M.